El microbioma de la piel, compuesto por billones de microorganismos, juega un papel crucial e la forma en la que los mosquitos nos perciben. Específicamente, algunas bacterias como Staphylococcus epidermidis y Corynebacterium amycolatum producen compuestos, como el ácido láctico, que resultan altamente atractivos para los mosquitos. Estos insectos, responsables de transmitir enfermedades graves como el dengue y la malaria, se sienten atraídos por los olores específicos que emanan de nuestra piel. Este fenómeno convierte al microbioma en un objetivo clave para innovaciones en repelentes.
Un reciente estudio publicado en PNAS Nexus ha explorado una estrategia innovadora para reducir la atracción de mosquitos hacia los humanos mediante la ingeniería del microbioma de la piel. Los investigadores modificaron genéticamente bacterias específicas presentes en la piel, como Staphylococcus epidermidis, para disminuir la producción de compuestos que los mosquitos encuentran atractivos, como el ácido láctico. Los resultados muestran una reducción significativa en la atracción de mosquitos hacia ratones tratados con este microbioma modificado, lo que sugiere un nuevo enfoque en la prevención de enfermedades transmitidas por estos insectos.
Históricamente, la lucha contra los mosquitos ha dependido de productos químicos como el DEET, que aunque efectivos, presentan limitaciones como su duración y potenciales efectos secundarios. Sin embargo, investigaciones recientes han abierto una nueva vía: modificar genéticamente el microbioma de la piel para reducir la producción de estos compuestos atractivos.
Históricamente, la lucha contra los mosquitos ha dependido de productos químicos como el DEET, que aunque efectivos, presentan limitaciones como su duración y potenciales efectos secundarios. Sin embargo, investigaciones recientes han abierto una nueva vía: modificar genéticamente el microbioma de la piel para reducir la producción de estos compuestos atractivos.
La ingeniería genética aplicada al microbioma de la piel se presenta como una frontera emergente en la lucha contra enfermedades transmitidas por insectos, como el dengue, la malaria y el zika. Y por qué no, para luchar contra la molestia que supone una picadura. Este enfoque innovador consiste en modificar las bacterias presentes en la piel para reducir la producción de compuestos que atraen a los mosquitos. Al alterar el microbioma cutáneo, se puede disminuir la probabilidad de que los mosquitos piquen a una persona.
La ingeniería genética del microbioma se basa en modificar las bacterias de la piel para reducir o eliminar la producción de estos compuestos atractivos. Por ejemplo, las bacterias pueden ser alteradas para producir menos ácido láctico, una sustancia que los mosquitos encuentran particularmente atractiva. Este enfoque no solo reduce la necesidad de aplicar repelentes repetidamente, sino que también podría proporcionar una protección más uniforme y continua, sin depender de la memoria o disponibilidad del usuario para aplicar un producto.
El potencial de esta tecnología va más allá de la simple sustitución de los repelentes tradicionales. Al abordar el problema a nivel biológico, se abren nuevas posibilidades para la prevención de enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue y la malaria, especialmente en áreas donde el acceso a métodos de prevención convencionales es limitado. Además, podría dar lugar a una nueva generación de productos de cuidado personal que integren la protección contra mosquitos de forma natural y continua, cambiando para siempre la manera en que nos protegemos de estos insectos.
Los resultados del estudio
El estudio realizado presenta datos que destacan la eficacia del microbioma modificado en comparación con los repelentes químicos tradicionales, como el DEET. Los investigadores lograron una reducción significativa en la atracción de mosquitos hacia ratones con microbiomas modificados, mostrando una disminución del 70% en comparación con los ratones no tratados. Este nivel de eficacia es comparable al del DEET, pero con la ventaja de ofrecer una protección más duradera y potencialmente sin necesidad de reaplicaciones frecuentes.
El artículo destaca en las conclusiones el impacto significativo que el ácido láctico, derivado de bacterias comensales de la piel humana, tiene en la atracción de mosquitos y su eficiencia de alimentación durante un período de 7 a 11 días. Los investigadores señalan que los repelentes vivos ofrecen ventajas como una 'protección duradera y autorreplicante' y un menor costo logístico. Aunque las cepas modificadas genéticamente muestran potencial, aún queda por determinar si pueden colonizar efectivamente la piel humana y competir con el microbioma natural. Esta estrategia podría complementar los repelentes tópicos y proporcionar una protección prolongada contra enfermedades transmitidas por mosquitos.
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